El 16 de julio de 1945, a las 5:29 a.m. (hora de la montaña), se detonó el primer artefacto nuclear conocido como «Gadget», en el sitio Trinity ubicado en el desierto de Nuevo México. El evento, desarrollado como parte del Proyecto Manhattan y dirigido por J. Robert Oppenheimer, marcó el inicio de la era atómica.
La explosión liberó una energía equivalente a aproximadamente 20 kilotones de TNT, mucho más de lo que los científicos habían previsto. El artefacto fue izado sobre una torre de 30 metros para optimizar la detonación aérea. Tras la explosión, el calor intenso fundió la arena generando una sustancia llamada trinitita, un vidrio verde radioactivo que aún perdura como testigo del suceso.
El destello fue visible a más de 160 kilómetros de distancia y el rugido del estallido alcanzó hasta los 150 km, mientras que la nube en forma de hongo se elevó decenas de miles de pies en el cielo.
Este experimento demostró con total certeza que el diseño funcionaba correctamente, allanando el camino para el uso bélico de bombas atómicas en Japón apenas semanas después: Hiroshima el 6 de agosto y Nagasaki el 9 de agosto de 1945.
En aquel entonces, el gobierno estadounidense ocultó la verdadera naturaleza de la prueba, atribuyéndola a una explosión de un depósito de municiones. La revelación llegó solo después de los bombardeos sobre Japón.
Décadas después, se reveló que los efectos de la prueba fueron mucho más extensos de lo reconocido inicialmente. El fallout radioactivo alcanzó a comunidades hasta México, Canadá y el Medio Oeste estadounidense, generando cáncer y otros efectos a largo plazo en los denominados “downwinders”, grupos expuestos a la radiación sin previa advertencia.